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Saras Jasikevicius, fuego báltico

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Ganó 9 Ligas en 5 países diferentes, 4 Copas de Europa en 3 clubs distintos (caso único), un oro continental y un bronce olímpico con su selección, dos años en la NBA… y el dato definitivo: se casó con Miss Universo. Con algunos, a Dios se le fue la mano con el barro… ¿A quién no le gustaría reencarnarse en Sarunas Jasikevicus?

En Europa es un mito, una figura; en USA un simple mortal, un figurante. Aquí le veneramos con sus defectos, allí se los echaron en cara, le estigmatizaron y redujeron al papel de un mero tirador, como tantos otros. Pesadilla de aficionados y defensas rivales. Azote para los árbitros. Estandarte allá donde paró. Nunca dejaba frío. Fuego báltico en un país helador. Si Lituania siempre tuvo un rey (Arvidas Sabonis, el mayor talento que ha parido la Vieja Europa), dos príncipes le flanquearon Sarunas Marciulionis (que triunfó de pleno en la NBA) y Sarunas Jasikevicius (que acotó su dominio al Continente). En éste nos pararemos. 




Lituania, donde el baloncesto es una religión

Sus tres millones de habitantes adoran el basket. Cuentan que en las fiestas de los pueblos no hay feriantes con canastas, pues cualquier mocoso las enchufa con los ojos cerrados y te arruina el negocio. “En mi país hay cestas en cada patio y los niños aprenden a decir Sabonis antes que mamá”, palabras de Rimas Kurtinaitis en la presentación del Concurso de Triples All Star de 1989, al que la NBA invitó después de masacrar a la selección universitaria estadounidense en los Juegos Olímpicos de Seúl. 

En 1939 se construyó el pabellón de Zalguiris, primero destinado enteramente al basket en todo el continente. El vetusto escenario acogió el primer campeonato de Europa de selecciones. Lituania lo ganó. Después llegó la 2ª Guerra Mundial y por el Tratado de Postdam se anexionó como república Báltica a la Unión Soviética de Stalin. El artífice principal de la gesta deportiva había acudido tres años antes como Frank Lubin para colgarse la medalla de oro a los Juegos Olímpicos de Berlín con su selección, la estadounidense. Concluidos los mismos, decidió visitar con los suyos la tierra de sus ancestros (su padre era lituano). La “mala fortuna” hizo que su cuñada se rompiera una pierna. Bajo las condiciones sanitarias y de transporte de la época la familia consensuó aguardar la convalecencia en el país báltico, hecho que aprovechó la federación para invitarlo a entrenar y jugar con la selección. Así, el rebautizado como Pranas Lubinas se convirtió en creador padre del baloncesto lituano. 

Zalguiris se estableció como su equipo más representativo. Los encuentros frente al TSKA moscovita eran algo más que partidos de baloncesto. En tiempos, algunos de sus jugadores fueron acusados por la KGB de conspirar contra el régimen y salieron deportados a Siberia. Por eso, muchos de los campos de concentración en la estepa albergaban canchas de baloncesto. A otros como Bazauskas y Linkevicius, sospechosos habituales debido a sus orígenes siberianos, se les confiscó de manera permanente el pasaporte y jamás pudieron disputar encuentros internacionales más allá de las fronteras soviéticas.

Alrededor de un sistema rígido y espartano las escuelas deportivas se extendieron por toda la URSS. Los triunfos deportivos tenían un incalculable valor político en plena Guerra Fría. Juri Fiodorov tuteló el hallazgo y crecimiento de muchos de los mayores talentos lituanos. En el final de los 70 y principios de los 80, brotaron excelsos tiradores (Homicius, Kurtinaitis, Iovaisha), escoltas poderosos (Marciulionis) y un pivot marciano (Sabonis). Más tarde despuntarían aleros poderosos, multifuncionales, capaces de cualquier desempeño (Karnisovas). Si en la génesis tuvieron mucho que ver Fiodorov en Kaunas y Antanas Paulaskas (y su alumno Endrijaitis) en Vilnius, para el desenlace devino providencial un personaje ruso, Alexander Gomelski, que estaba en el permanente punto de mira de los agentes de la KGB. El “zorro plateado” era listo como pocos a la hora de detectar capacidades y amalgamar caracteres de muy diversas procedencias (rusos, ucranianos, lituanos, kazajos, letonios, estonios, azerbayanos…). Cuentan que en la apoteósica celebración del oro mundial en Calí 82 se zanjaron viejas rencillas entre ingentes cantidades de vodka. Rescató del olvido a Sarunas Marciulionis, al que Vladimir Obukhov relegaba con desdén. Recondujo a Kurtinaitis al que públicamente conminó a elegir “o el alcohol o el baloncesto”. Enrocó la bendita anarquía lituana (admiraba su desparpajo e imaginación) en la pragmática maquinaria del juego soviético para convertir a una selección de juego funcionarial y sistemas arcaicos en un plantel arrollador. 

En 1985, Mijail Gorbachov es elegido secretario general del Partido Comunista y acuña vocablos desconocidos… perestroika (reconstrucción) y glasnost (apertura). En 1988, la URSS acude como tal a sus últimos Juegos Olímpicos. El oro de Seúl es uno de los mayores milagros de la historia del baloncesto. Después de casi dos años sin pisar una cancha y de varias operaciones en los tendones de Aquiles, Sabonis, contra la opinión médica decide ir a Corea. Cojo, al trote, se merienda a los universitarios americanos (con David Robinson a la cabeza) y a los emergentes y prodigiosos yugoslavos. Increíble, cuando días antes apenas podía caminar. 

Con la caída de la antigua Unión Soviética, Lituania es reconocida como estado independiente en el 91. El país se halla en bancarrota, pero sus estrellas baloncestísticas se movilizan ante la posibilidad de acudir a los Juegos de Barcelona 92. Sabas parlamenta con Samaranch. Marciulionis (asentado como estrella en Okland) visita al grupo musical Grateful Dead (hinchas de los Warriors) en demanda de apoyo. Recaudan 700.000$ con aquella estrambótica camiseta que lucieron en la entrega de medallas. Les sirven para ir tirando. Los jugadores, el técnico (Vladas Garastas) y sus ayudantes (incluido el español Javier Imbroda, que medió para que durante los amistosos se luciera publicidad de Melilla en las camisetas), cobraron únicamente 80.000 pesetas. Llegaron avasando del Preolímpico (12 victorias seguidas), pero la derrota en la fase de grupos frente a los rusos (CEI) les hacía pasar segundos y cruzarse con el Dream Team en semifinales tras vencer sin paliativos a la Brasil de Óscar (aciago con sólo 19 puntos y un pobre 5/20 en el tiro) por 16, con 32 tantos de Sabas y 29 de Marciulionis. Frente a los americanos encajaron un chaparrón de 127 puntos, reservaron a sus figuras y hasta Karnisovas salió del vestuario con una cámara y estuvo sacando fotos. 

El partido por el bronce ante la CEI (Confederación de Estados Independientes o lo que quedaba de la antigua Unión Soviética) era EL PARTIDO. Había que ganar por lo civil o por lo criminal. Tenían a todo el país detrás. Volkov, estratosférico, no permitía el despegue báltico, pero cuando a 10 minutos del final salió eliminado (con 18 puntos) por faltas, los lituanos vieron el cielo abierto. Sabonis (27 puntos y 16 rebotes) y Marciulionis (29 y 8) mantuvieron una línea superlativa. Los triples de Tikhonenko (24 puntos) acercaron a los rusos (que habían regalado las semifinales a los croatas dilapidando una ventaja de 6 puntos a poco más de un minuto), pero en los libros se recoge la victoria lituana (82-78) y su primera medalla olímpica en baloncesto (el lanzador Romas Ubartas conquistó el oro en disco). La celebración fue tal que Sabonis no se levantó a la entrega de los metales al día siguiente. 

En el 93 más de 80 jugadores y jugadoras lituanas estaban jugando fuera de sus fronteras. Marciulionis abrió una escuela de tecnificación de baloncesto en Vilnius; Sabas otra en Kaunas. 

Puestos en situación con un bosquejo de la historia lituana, volvamos a nuestro personaje. 



La tenacidad de una madre

Rita formaba parte de la selección de la URSS de balonmano que había de disputar los Juegos Olímpicos de Montreal 76. No los jugó. “Mi carrera iba muy bien hasta que me quedé embarazada y me perdí aquellos Juegos. El seleccionador Igor Turcin dijo que no quería verme más. Jamás me perdonó que no abortase”. El 5 de marzo de 1976 Rita dio a luz un niño al que puso por nombre Sarunas (“Saras”). La URSS obtuvo el oro olímpico. Rita continuó con su carrera, pero nunca regresó a la selección.

Con unos progenitores deportistas (Lino fue campeón escolar de tenis de mesa), el pequeño Saras siempre se mostraba muy activo, así que su padre decidió llevarlo a la escuela de baloncesto con 6 años. Con 12 estuvo tentado por el tenis, pero el entrenador Mitkevicius convenció a los padres de que el chico tenía verdadero talento. Su hermano Vytenis también llegaría a ser profesional del basket.

Un chico muy alto y delgaducho todavía conserva la amistad de Saras germinada en la tierna adolescencia. Se trata de Zydrunas Ilgauskas, al que todo el mundo apodaba “Bolas” por su parecido, largo y fino como un junco, con el legendario africano Manute Bol. Ilgauskas se labró una sólida carrera profesional (salpicada de lesiones) en los Cavs a la vera de Lebron James. Ya de mayorcitos los amigos escaparon algún mes de junio, después de los playoffs, para presenciar su otro deporte favorito: tenis, en el All England Club de Wimbledon. 

Saras, aquel muchacho de ojos vivos y pelo pincho todavía saliva cuando recuerda la fecha del 31 de enero de 1990 en que McDonalds abrió su primera franquicia en Rusia. No se quita de la cabeza la visión del empleado con gorrito pulsar un botón y llenar un vaso con coca cola. Adiós al racionamiento. Bienvenido el imperialismo americano. Viajar muy jovencito con el equipo nacional le abrió los ojos al mundo: en el 93 coincidió con un tal Tim Duncan en el torneo de Manheim. 


Salto a Estados Unidos

Al concluir la escuela secundaria en Kaunas emigró a Estados Unidos. Conserva un entrañable recuerdo de los Harrold, la familia que le acogió en su año de instituto en la Escuela Solanco (Quarryville, Pensilvania). Ganaron 25 partidos sobre 27 y cayeron en los playoffs estatales. En verano (año 1994) es convocado para disputar el Europeo Junior de Israel. En semifinales se deshacen de la excelente generación española del 76 (Borja Larragan, Carlos Jiménez, Darío Quesada, Richi Guillén, los hermanos Cazorla, Rodrigo De la Fuente e Iker Iturbe…) entrenada por Ángel Pardo. Se cuelgan el oro al ganar 73-71 a Croacia en la final con 10 puntos (cifra que promedia en el torneo) de Saras. En los dos años siguientes se volvería a jugar los garbanzos con los hispanos. En el Mundial Junior de Atenas 95, España les apea en cuartos pese a sus 15 tantos. Un año después dirimen el campeonato europeo sub 22. La España de las torres gemelas (Fran Vázquez y Roberto Dueñas) y la media de altura jamás expuesta (2,04) no pudo con el combinado báltico en el que Saras había ganado presencia (17,5 puntos). El experimento de Ricardo Peral en el triple poste no terminó de salirle a Aranzana y España cayó 85-81.

El asistente Billy Kahn lo había reclutado para la Universidad de Maryland. Los dos primeros años en los Terrapins, Dwane Simpkins, Johnny Rhodes y Exree Hipps le cortaron el paso. Con poca presencia en pista, apenas promedió 4 puntos y maduró la idea de cambiar de college, pero el entrenador jefe lo convenció. En sus dos últimos cursos, sus estadísticas aumentaron hasta los 13 puntos y 4 asistencias. Sin embargo, los notables dígitos no le valieron para que ninguna franquicia se fijara en un escolta blanco de buena mano y su nombre no se oyó en el draft. 

Al concluir su tercer curso en Maryland recibió la invitación de la selección absoluta para debutar en el Eurobasket 97 de Barcelona. Lituania acudió con una selección muy novel (a Saras le acompañaba Jurkunas, compañero de camada y aventura universitaria en Clemson) sin las referencias de Sabonis ni Marciulionis ni los veteranos Homicius y Kurtinaitis. El futuro campeón, Yugoslavia, los despacha en cuartos (75-60).

Agotado su ciclo académico, acude al Mundial de Atenas 98. En la misma ronda entregan la cuchara a Rusia (82-67). Sin las vacas sagradas, Karnisovas y Stombergas asoman como principales enseñas. 


El baloncesto también como profesión

Reanda el camino y firma con Lietuvas Rytas su primer contrato profesional por 50 mil $. Se asienta en un gran año (18 puntos y 5,4 asistencias) y alcanzan la final de la liga lituana, donde se impone 3-0 el Zalguiris. El entrenador Jonas Kazlauskas convence a Sabonis (35 años) para que se una a un grupo ya muy sólido (sólo falta el lesionado Ilgauskas) en el intento de alzarse con el Eurobasket de Francia 99. Del plantel báltico, Saras es el único jugador que permanece en Lituania y no milita en Zalguiris. En las fases de grupos Sabonis muestra una regularidad aplastante (15 puntos) En cuartos espera España que se ha clasificado de carambola por la victoria francesa sobre Eslovenia. Frente a la gran favorita España se rebela: Herreros deslumbra con su muñeca prodigiosa y De Miguel saca de quicio a Arvidas. Con 2 arriba para los ibéricos, Jasikevicius tiene en sus manos cambiar la suerte del partido, pero no atina su lanzamiento. 

Rubrica un buen acuerdo con Unión Olimpia Ljubljana (a razón de 150 mil $) y el exigente entrenador Zmago Sagodinas termina por moldear su juego que crece exponencialmente. De Sagodinas refieren que en cierta ocasión escapó con su equipo de una audiencia papal sin esperar al Sumo Pontífice, que se retrasó, pues llegaban tarde al entreno. En Euroliga luce 13,6 puntos y casi 5 asistencias en 33 minutos. En la eliminatoria de octavos Saras se exhibe en el partido de desempate ante Olimpiakos (30 puntos y 3 asistencias, encadenando una serie de 7 de 7 en triples). En cuartos el Barsa. Un triple a 8 metros de Goldwire con empate en el electrónico decanta el partido hacia los azulgranas en el Palau. Si en el estreno Saras había anotado 14 puntos, en casa estira su producción hasta la veintena. En el definitivo los culés recurren a la mejor versión de los discutidos Gurovic (19 puntos con 4 triples sin fallo) y Goldwire (20) para entrar en la Final Four de Atenas. Jasikevicius no se achantó (22 puntos con 5 triples y 5 asistencias). Olimpia no pasó, pero expuso su academia de talentos (Becirovic, Golemac, Brezec, Zdovc, Kotnik o Millic) en el mayor escaparate europeo. Y Aíto, por supuesto, tomó nota. En Eslovenia ganan la Copa, pero dos derrotas por un punto en semifinales frente al Krka de Novo Mesto, les retiran de la lucha por el título. Pesa a ello Saras es designado MVP (9,3 puntos y 3,4 asistencias). Apenas una semana después de que el Madrid de Scariolo y Sasha Djordjevic le arrebatase la Liga en el Palau, Aíto reacciona y cierra el fichaje de Sarunas Jasikevicius para la temporada venidera. En su presentación el técnico madrileño le valora como “un jugador con calidad de presente y clara progresión de futuro”. Jasikevicius (cerrado en 2,5 millones de euros por 3 años) no engaña a nadie: “Me considero un jugador más ofensivo que defensivo”.



La mano que estuvo a punto de volcar la cuna

Antes de su llegada a la Ciudad Condal disfruta de sus primeros Juegos Olímpicos en Sidney 2000. Saras saca billete a sus padres (recordemos que a Rita la “debía” unas Olimpiadas). Sabonis y Karnisovas no son de la partida, pero Lituania da la cara. En cuartos se imponen 76-63 a Yugoslavia con 18 puntos y 4 asistencias de Jasikevicius y 26 puntos y 8 rebotes de un Einikis sublime. 

En las semifinales tuvieron contra las cuerdas a la selección USA. A 43 segundos de la finalización Siskauskas convierte uno de los tres tiros libres de que dispone para situarse uno por delante (81-80). Anota Vince Carter, pérdida de Masiulis y nueva canasta de McDyess tras rebote ofensivo. Jasikecius recorta (83-84). Lituania fuerza la falta y Jason Kidd anota un solo punto desde la personal. Jasikevicius recorre el campo y lanza un triple frontal lejano y un tanto desequilibrado que no encuentra la red. En sus manos estuvo la posibilidad de ser la primera escuadra en derrocar a una selección olímpica estadounidense compuesta por profesionales de la NBA. Ray Allen, todavía con el miedo en el cuerpo confesaría: “Si entra el triple, esto nos hubiera perseguido el resto de nuestras vidas”. McDyess, que saltó a molestar el lanzamiento pensando “sobre todo, no hagas falta”, respiraba agitado en el vestuario: “Casi me hace saltar el corazón”. Jasikevicius, frustado pese al partidazo (27 puntos –incluidos 5 triples-, 4 asistencias y 3 rebotes), ha mirado de igual a igual a los bases All Star Gary Payton, Jason Kidd y Tim Hardaway. Entre los tres, sólo le han anotado 8 puntos. 

Lituania se recompone y obtiene su tercer bronce consecutivo. Se agarran a la solidez del bloque para merendarse a los locales (89-71). Australia no puede detener a Saras (otros 22 puntos –6 triples– y 6 asistencias), auxiliado por un enorme Stombergas (28 puntos). El base sale muy fortalecido del anillo olímpico: ha promediado 14 puntos y 5 asistencias dejando una sensación de dominio abrumadora. En el Barsa se frotan las manos.



En Barcelona como en casa

Verano del nuevo siglo. Joan Gaspart gana las elecciones en Can Barsa. El sueño Rigadeau no cristaliza, pero la afición se ilusiona con Seikaly. Más, la estrella americana ha perdido brillo, le falta rodaje y reclama unos galones en el juego que Aíto no le concede. Incompatibilidad de caracteres y vuelta a Miami. El año de Seikaly se trocaría en el de Pau Gasol. En la Copa de Málaga se produce el alunizaje de E.T. (25 puntos del mozo de Sant Boi en la final). La Benetton de Garbajosa, Naumoski, Pittis, Santos, Marcus Brown, Nicola, Marconato y Bulleri les elimina en Euroliga. Recuperan tino en los playoffs ligueros (9-0 sin mácula). Ante Unicaja, Saras anota 18, 23 y 20 puntos (de la Costa del Sol, Pau se vuelve con 27 puntos y 9 rebotes) y en la final ante el Real (13, 18 y 18 puntos del lituano). En la capital Gasol realiza otra demostración palmaria de que no es de este mundo (22 puntos) y pone rumbo a la NBA. Saras se ha convertido en un icono del Palau en su debut. Fue el culé que más jugó, anotó y asistió.

Lo reclaman para el Europeo de Turquía 2001. Batacazo frente a Letonia en el cruce (lo que implica la despedida del próximo Mundial de Indianápolis). A los pocos días suena el móvil y le sorprende su interlocutor. Es Sabonis, al que apenas conoce, el que lo llama para animarlo: “No te preocupes, es sólo un mal momento en tu carrera profesional, pero no pasa nada es sólo una experiencia”. Así se lo toma y reacciona. 

En la Copa de Vitoria 2002 mantiene un duelo maravilloso con Elmer Bennett. Después de un esfuerzo épico, sus 28 puntos y 4 asistencias no valen para hacerse con el trofeo. “Benito” anota un afortunado enceste a tablero que “Saras” no puede restañar en la última posesión muy bien defendido por Nocioni. En Liga, los vascos también les echan en semis. La sombra de Gasol es muy alargada. Año sin títulos en un grande… ya se sabe: cambio de entrenador. 

Salvador Alemany pone a Pesic un cheque en blanco. Le fichan a Femerling, Fucka y Bodiroga. Lo que unido a lo que mantiene de casa (Nacho Rodríguez, Jasikevicius, Navarro, Rodrigo De la Fuente y Dueñas) le convierten en un equipazo. El serbio acorta la rotación a 8 jugadores fundamentales y prioriza el trabajo a destajo (cuando llegan a la Final Four sólo ha concedido tenido 6 días de descanso) y la defensa. Expone su libro de ruta al vestuario “Ganar es incompatible con vivir bien. Estén preparados para trabajar más que nadie, para sufrir más que nadie. Ese es el único camino que conozco hacia el éxito”. No enamoran, tumban por agotamiento. Castigan rivales para noquearlos en los asaltos finales con cuatro jugadores que disfrutan lanzando el golpe final y definitivo. 

Copa del Rey Valencia 2003. Después de una durísima semifinal contra Unicaja (78-77), un valeroso TAU Baskonia pone al Barsa contra las cuerdas. Los de Pesic necesitan de una prórroga para alzarse con su primer título. Bodiroga (MVP) exhibe todo su muestrario de talentos, Roberto Dueñas hace de la final su territorio (18 puntos y 17 rebotes, 11 de ellos ofensivos). Jasikevicius, excelso los tres encuentros, promedia 16,3 puntos, 3,3 asistencias en 28 minutos. 




“Cada canasta era como un gol en el Camp Nou”

Es el primer pensamiento que le viene a Saras al recrear aquella Final Four de Barcelona. El pase se había sellado por la vía del sufrimiento: dos tiros libres de Rodrigo De La Fuente dieron el triunfo 79-75 frente al Unión Olimpia. Tras el susto y 16 puntos de Jasikevicius y 21 de Bodiroga, el Palau se convirtió en un manicomio al grito de “A por ella, a por ella”. 

En la semifinal del Sant Jordi, CSKA toma ventaja de salida (hasta 10 puntos), hasta que Bodiroga acompasa las pulsaciones de todos (hace 17 puntos y se adueña del choque) con la inestimable ayuda de Fucka (21).

11 de mayo de 2003. Escenario de gala: la montaña mágica de Montjuic. Rival: Benetton de Treviso, su bestia negra las dos últimas ediciones. Los azulgranas tragan saliva y aguantan la presión del local, del favorito y hasta de la hemeroteca. Femerling y Dueñas tapian la zona. Bodiroga (MVP) se postula como el jugador más dominante del continente (20 puntos, 7 rebotes y 2 asistencias), Fucka vale lo que cobra (17 puntos) y De La Fuente se evidencia estelar (11 puntos) desde el andamiaje. Victoria 76-65 un poco más sencilla de lo previsto. Saras, discreto en sus estadísticas (17 puntos entre los dos encuentros con un paupérrimo 2/13 triples) no cabe de contento. El Barsa, por fin, desviste a sus fantasmas y se hace con su primera Copa de Europa. 

Y llega la triple corona. Pamesa con el maravilloso dúo interior, Oberto y Tomasevic, opone una feroz resistencia en Barcelona. Bodiroga ofrece signos de cansancio, se hace a un lado y Jasikevicius recupera sensaciones y puntería. Deviene providencial en la victoria inicial (76-74) con canasta casi sobre la bocina que supone su punto 22 y en la tercera y definitiva en La Fonteta (15 puntos, 4 rebotes y 4 asistencias). MVP de las finales.



Cuando un amigo se va… algo se muere en el alma

Amén de los triunfos deportivos, Saras se siente tremendamente feliz en Barcelona. Ídolo absoluto del Palau, disfruta de pleno de una ciudad que le encanta. Hace muy buenas migas en la plantilla y sintoniza especialmente con Anderson Varejao, muy tímido en su llegada el año anterior (incluso respetó la promesa que le hizo a su padre: no probar una gota de alcohol en tres meses), hasta que el brasileño se suelta como “el alma de la fiesta”. Al jovencito carioca le vacilan de continuo en el vestuario: “Juegas porque estás saliendo con la hija de Pesic”, le dicen. Era mentira, claro. 

No pasa una semana de la celebración del título cuando la nueva directiva presidida por Joan Laporta aduce recortes presupuestarios en las secciones para ofrecerle una renovación de chiste (Saras jura que estaba dispuesto a rebajarse la ficha un 20%). Otros aseguran que no le terminaba de hacer tilín a Pesic. Pronto localizará otro rincón donde le adoren. 



Cerrar el círculo

Muy dolido, acude al Europeo de Suecia dispuesto a reivindicarse con su selección. ¡Y vaya si lo hace! A los iluminados les dedica 14 puntos y 5 asistencias de media en el torneo. Apalizan a Serbia Montenegro (98-82) con 21 puntos del crack en cuartos y se meriendan a Francia en semifinales (74-70). A su entrenador, Gintaras Sireika, se le cae la baba con su faro: “Es un jugador único, muy creativo. A veces no hace lo que el entrenador espera de él, pero hay que limitarse a sentarnos y verlo”. Su amigo Gasol (máximo anotador del campeonato y 36 puntos en la final) se queda con las ganas de subir a lo más alto del cajón. La Lituania alimentada por Saras (10 tantos y 9 asistencias) en ese punto está más horneada que España. Su pléyade de maravillosos aleros (Macijauskas, Siskaukas y Stombergas) y la solidez de sus pivots (excelente Eurelijius Zukauskas como cuatro) hacen imposible el sueño hispano. Lituania conquista su segundo entorchado europeo y su caudillo, Jasikevicius el MVP… Un granjero rubio del estado de Indiana ha ido tomando apuntes…



Triunfar en La Tierra Prometida

Un grande merecía un sitio grande donde proseguir su exitosa carrera y pronto encontró destino en el Maccabi Tel Aviv, donde arribó a la vez que el saltarín Maceo Baston y un extraordinario alero repudiado por la NBA, Anthony Parker. 

Jueves Santo de 2004. En el último partido del grupo se dirimía un puesto en la Final Four de Tel Aviv. Sabonis, a unos meses de alcanzar la cuarentena, realiza un partido colosal (29 puntos –con 4 triples-, 9 rebotes, 3 asistencias para 36 de valoración). La suerte parece echada: a 9,8 segundos de la conclusión Zalguiris gana de 5 en Tel Aviv. Vujcic recoge un intento triple que no toca aro y convierte bajo canasta (91-94). Jasikevicius (37 puntos y 37 de valoración) comete su quinta falta sobre Gustas. De camino al banquillo felicita al entrenador contrario Antanas Sireikas. Con 2,2 segundos por jugar el base del Zalguiris falla los dos tiros libres. En el segundo, Tanoka Beard invade la bombilla antes de tiempo. Gur Shelef saca de fondo. Su pase de beisbol encuentra a Derrick Sharp, que da un bote y convierte un triple inverosímil sobre la bocina y conduce el encuentro a la prórroga. Es el Milagro de la Mano de Elías. Maccabi vence 107-99. “Nunca he participado en un partido así. Si Dios estaba allí, era evidente que era amarillo”, declaraba perplejo el héroe. 

En las semis de la Final a Cuatro, los macabeos se agarran a sus estrellas para remontar un primer cuarto atemorizador del CSKA (18-27). Saras (18 puntos, 6 asistencias y 24 de valoración) y Parker (27 puntos) administran la presión de la grada y rebajan la de los suyos, que se sueltan. Los rusos se acercan a 4 faltando 5 minutos, pero los hebreos no están para bromas y sentencian (93-85). La final frente al Skipper Bolonia supone el mayor paseo conocido en una final de la Copa de Europa (118-74). Saras (18 puntos, 5 asistencias y 23 de valoración) repite corona y Parker (21 puntos y 34 de valoración) es distinguido como MVP.

Cuarta jornada de los Juegos de Atenas 2004. Los lituanos salen en zona 2-3 concediendo el tiro a las estrellas NBA. Los europeos fundamentan su ataque en una excelente circulación y en la puntería del perímetro (13 de 27 triples). En la resolución, Saras cobra un papel protagonista. A 1.08 para el final Saras toma los mandos. Tres triples consecutivos suyos (uno de ellos con adicional tras falta de Odom) finiquitan el histórico choque (94-90). Con 28 puntos en la buchaca, se muestra irónico en rueda de prensa: “Si no juego allí, será porque no soy jugador de nivel NBA”. En un partido loco, los italianos les dan de su propia medicina (18/28 desde más allá de la línea de 3) para meterse en la final. La Argentina dorada abre una página gloriosa a la historia al desembarazarse de los yankees. Éstos, pese a los 17 puntos de Jasikevicius y los 24 de “Mache” Macijauskas, regresan humillados con un pobre bronce. 

A su vuelta a Israel se las tiene tiesas con el temperamental Pini Gershon (que le inquiere un mayor compromiso y dedicación defensiva), pero la situación se reconduce a tiempo. En la Final a 4 de Moscú, los macabeos sorprenden de salida con una zona 2-3 (que mantendrán todo el partido) al Panathinaikos de Obradovic. Ante la ceguera exterior helena, el serbio ordena cebar a sus grandes (Femerling y Tsartsaris) y equilibra el partido, pero en el cuarto final aparecen los estandartes hebreos, Saras (13 puntos y 8 asistencias), Parker (13 puntos) y Sharp (20) y decantan el resultado (91-82). TAU había hecho la machada frente a CSKA y en la final enseña a todo el continente su “carácter Baskonia”. Los vitorianos dan todo y más, pero se dan de bruces contra el “Muro de las lamentaciones”. Maccabi se sabe el mejor equipo de Europa y lo demuestra (90-78). Jasikevicius, formidable (22 puntos, 6 rebotes y 5 asistencias) recibe el premio MVP. Maccabi se convertía en el primer equipo en 14 años en repetir título de Euroliga.


Mucho más que “Miss Universo”

Saras recuerda su etapa en Israel como “la más despreocupada de su vida”. Allí conoció a Linor Abigail, coronada Miss Universo en 1998, con la que se casaría en el año 2006 en Barcelona. La belleza tiene una historia tras de sí durísima. 

Sí, porque a la edad de 18 años y a falta de un mes y medio para celebrarse el certamen fue salvajemente violada en Milán por su agente de viajes. La modelo salvó de milagro su vida al prometer a su agresor que jamás revelaría la historia. Al llegar al hotel, descolgó el teléfono para contárselo sobrecogida a su madre que la animó a denunciar el caso a la policía. Los carabinieri la pidieron que no hiciera público el hecho hasta que pasase el concurso (que ganó). A su vuelta, el delincuente fue detenido en el mismo aeropuerto de Tel Aviv. Cinco mujeres más se animaron a denunciarle y desde entonces el animal está enjaulado. 

Con el tiempo Abigail dejó las pasarelas, sacó la carrera de derecho y ejerció como abogada criminalista. Desde entonces recorre el mundo dando charlas sobre el tema. Su dolorosa experiencia la recogió la directora Cecilia Peck (hija del célebre Gregory) en un espléndido documental “Brave Miss World”. Por donde va declara valerosa “Creo que esa estúpida corona me sirvió para dar voz y denunciar algo tan atroz”.

En 2008 la pareja se separó. Saras comparte ahora su vida con Anna Doukas con las que tiene dos hijos. 




Cuando el pájaro te pía al oído…

Después de sus exhibiciones olímpicas, su nombre sonaba entre las franquicias NBA. Él, se fue de vacaciones dejando el caso en manos de Maurizio Balducci y Dona Neustadt. Jerry Sloan le veía como complemento de Deron Williams en los Jazz, Nate McMillian lo ansiaba en Portland y los Cavs de sus amigos Ilgauskas y Varejao y el prometedor Lebron James le tiraban los tejos. 

Pero Larry Bird quedó maravillado con el talento báltico en el europeo sueco del 2003. Cuando le notificó que iría a visitarlo a Tel Aviv, Saras casi enloquece y tardó dos semanas en decidir un restaurante ajeno a los ojos de los curiosos. Una respuesta del lituano decidió el fichaje por los Pacers. Cuando se sentaron a la mesa Bird le interrogó: “Bueno, Saras ¿qué vamos a beber?”. A lo que el jugador respondió: “Hombre, después de un partido toca una buena cerveza”. Bird sonrió lacónico: “Perfecto, eres mi hombre”. Durante el verano, el entrenador Carlisle le llamó con insistencia. Jasikevicius tenía tantas ganas de jugar para los Pacers que su factura de móvil ese mes superó los 10 mil $. Bird se mantuvo prudente en un discreto segundo plano: “Haz lo que te haga feliz”. Saras buscaba un proyecto ganador y eligió Indiana a razón de 12 millones de $ en 3 años. Al estar ocupado el dorsal nº 13, escogió la camiseta con el 3 en honor a su ídolo Drazen Petrovic. Cosa de genios. 

Disfrutando de un concierto de U2 en Barcelona dio un salto y se hizo polvo un tobillo al caer. Al día siguiente volaba a Estados Unidos. En el reconocimiento médico no pudo ni correr en la cinta, pero el esguince de tobillo no evitó la firma. 




Un pez fuera del agua

Saras acudía como teórico suplente de Jamal Tinsley, un base clásico con capacidad de dirección y gran visión de juego, con lo que parecía que además podría sumar minutos también en el puesto de escolta. Cuando Tinsley cayó lesionado en diciembre, Saras pareció aprovechar su oportunidad con dos partidos esperanzadores anotando 14 y 16 puntos, pero sufría en defensa y Carlisle le desplazó al banquillo en beneficio de un voluntarioso y sólido Anthony Johnson. Después del bochornoso incidente (el año anterior) en el Palace of Auburn Hills de Detroit, en que 9 jugadores de ambos equipos fueron sancionados por un total de 146 partidos, los Pacers no eran la franquicia ganadora que el europeo había presumido. Sus números como novato, sin ser vulgares no respondieron a las expectativas: 7,3 puntos y 3 asistencias en 20,8 minutos. 

Las circunstancias parecían que ayudaban a un segundo curso más notorio. Se le había despejado parte de la competencia con la salida de Anthony Johnson y su inicio no pudo resultar más halagüeño (20 puntos y 5 asistencias frente a los Bobcats), pero enseguida Carlisle desconfió de su fragilidad defensiva y en cuanto pudo le enroló en un traspaso múltiple hacia Golden State. Allí se suponía que el estilo abierto y veloz de Don Nelson ensalzaría las virtudes del europeo. La baja por lesión de Baron Davis le abrió la puerta de la titularidad y brilló (20 puntos y 8 asistencias) en algún partido como frente a los Wolves. El técnico anunció que habían descubierto una joya, pero como en el Este sus rivales destaparon sus flaquezas y apenas pisó cancha en playoffs. Harto, renunció a su tercera temporada y retornó a Europa. 



Piensa en verde

Su cartel en el Viejo Continente no había menguado un ápice (a finales de verano se había colgado una nueva medalla de bronce con su selección en el Europeo de Madrid 2007). Cuando había dinero a espuertas los dos principales equipos griegos se lanzan a por él. Olimpiakos pone mucha más pasta, pero se decanta por Panathinaikos (7 millones de $ por dos años). Pesa mucho más jugar para Obradovic. 5 mil aficionados le reciben en el aeropuerto de Atenas y Saras devuelve la confianza depositada. 

Dos ganadores unen sus destinos para seguir acaparando trofeos. Entre las temporadas 2007 y 2010 las vitrinas verdes acogen 3 Ligas, 3 Copas y una Copa de Europa. 

Euroliga Berlín 2009. Cruce fratricida con los del Pireo. Olympiakos (entrenado por Giannakis) cuenta con una plantilla larga y extraordinaria: Papaloukas, Teodosic, Jannero Pargo, Josh Childress, Printezis, Bourousis, Vujcic, Schortsanitis. Pana opone otro tanto: Spanoulis, Diamantidis, Jasikevicius, Hatzivretas, Fotsis, Batiste, Pekovic… Tras una lucha sin cuartel maravillosa, se imponen los de Obradovic (84-82). Spanoulis y Jasikevicius hacen 18 puntos por barba, Batiste suma 19. En la final, Panathinaikos 73 – CSKA 71. Los de Messina tienen el título en la mano, pero Siskauskas yerra el triple. Ya se sabe que en primavera “la flor” del maestro Obradovic se abre de par en par. Jasikevicius completa otro buen partido (10 puntos, 4 rebotes y 4 asistencias) y su compañero Spanoulis (13 puntos para sólo 5 de valoración) es elegido MVP.



Esto se acaba

En 2010 aguarda equipo entrenando con Peristeti, rechaza dos ofertas de la Península (CAI Zaragoza y Unicaja Málaga) para firmar con Lietuvas Rytas con cláusula de salida. En enero sale hacia Estambul para ganar en Fenerbahce Liga y Copa. Retorna a Panathinaikos en 2011 para conquistar la Copa (nuevamente designado MVP). CSKA les elimina en la Final Four y, después de 9 años de tiranía doméstica, Olympiakos les arrebata la Liga. 

En 2012 anuncia su regreso al Barsa: “Me llamaron Madrid y Barcelona y sólo contesté a uno”. Se proclaman campeones de Copa en Vitoria. Disputa su sexta Final Four, pero el Madrid se toma la revancha en Londres. Los blancos doblan la rodilla frente a Olympiakos, pero se rearman para alcanzar la Liga. Jasikevicius realiza un último esfuerzo titánico en el Palacio de los Deportes (23 puntos y 2 asistencias) que resulta baldío. 

Sus últimos encestes los convierte en casa. Pone punto y final a su exitosa carrera al concluir la temporada 2013-2014 en Zalguiris Kaunas e inmediatamente ocupa la plaza de ayudante de Krapikas, al que sustituye en 2015 cuando éste es cesado. Y ahí sigue. 



Un líder

Honrado por la Euroliga en febrero de 2015 como “Leyenda de baloncesto”. Después de 13 temporadas en la máxima competición se sitúa entre los 10 mejores históricos en 6 categorías. 

“Golden Boy” transmitió pasión allá por dónde fue y atrajo victorias y títulos. Fundamental en la historia de la primera década del baloncesto europeo del siglo XXI, vertebró proyectos y aglutinó el fervor de los hinchas desde un juego atrevido, descarado y vistoso, pero sus concesiones seductoras a la reverente grada siempre llevaron aparejados trofeos. Sus pases sin mirar, su mecánica de tiro de manual, su exuberante caudal de fundamentos ofensivos, su arrojo febril, su contagioso entusiasmo, su fibra ganadora, su incontenible hambre imantaron al personal propio y ajeno. Tozudo, jamás firmaba un armisticio. Sobreactuante a veces, magnético siempre, nunca dejó indiferencia. “Yo quería el balón. Quería ser un líder”… Orfebre, corsario, trilero, un crack con mayúsculas, vamos.





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